jueves, 16 de diciembre de 2010

LA NAVIDAD, es cristiana o pagana (III)

LA NAVIDAD
ES FIESTA CRISTIANA O PAGANA
(Parte III)
Por Wally Santos



Sin lugar a dudas, los artículos anteriores de esta serie han sido controversiales para muchos y bendición para otros. Las razones pueden ser muy variadas. Muchas veces las “tradiciones” que traemos como herencia familiar o social, nos hacen pensar detenidamente acerca del trasfondo histórico que han traído esas fiestas de Navidad.

Mi deseo no es ser “aguafiestas” con estos temas en estas fechas, pero es importante que comprendamos que es mejor agradar a Dios y alejarnos de las prácticas paganas del mundo. Jesús dijo en su oración al Padre (Juan. 17:14-17) “…No te ruego que los quites del mundo, sino que los protejas del mal. No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. Padre, santifícalos en tu verdad. Tu palabra es la verdad”.

Quizá estamos tan acostumbrados a lo que “todo mundo” hace y pensamos que está bien, pero al profundizar en su aspecto histórico (por ejemplo), nos damos cuenta que no tiene nada de bueno. Es más, es abominable a Dios. El equilibrio cristiano es que, aunque estamos en el mundo, mantengámonos alejados de las cosas que el mundo celebra.

Como anécdota personal, cuando yo conocí al Señor Jesús hace tantos años, yo traía muchas costumbres adquiridas por la observación de mi entorno. Aunque mi familia no era devota con alguna religión en particular, la sociedad que me rodeaba me “instruía” de alguna forma. Los días de navidad (en mi niñez) eran muy alegres y mi familia me decía que era por causa del nacimiento de Jesús, y venía a mi mente la imagen del “niño dios” en el pesebre, los animales campestres rodeando aquella “bonita escena”, etc.


Las familias de mis amiguitos, quienes practicaban la religión católica, hacían los escenarios en miniatura del nacimiento del “niño dios” (en Guatemala los llaman Nacimientos), y esa era la imagen que yo tenía de la navidad: Nacimientos, regalos, juegos pirotécnicos, borracheras de los adultos, fiestas, bailes y algo de Santa Claus. Aunque Santa Claus aún no era tan común como lo es hoy. Así que, de niño, decidí hacer los nacimientos, pues creía que así me acercaba más a Dios y a Jesús. Ahora que ya conozco la Verdad de Evangelio, sé que esos pensamientos de niño, eran porque el verdadero Dios me había escogido para Él, pero yo no lo sabía y algo dentro de mí hacía que lo buscara, pero lo hacía de la manera equivocada. Luego, cuando crecí y le abrí mi corazón a Jesucristo, y crecí en conocimiento de la Biblia, entendí que todo aquello aprendido en mi niñez no era lo correcto, y más aún, Dios se desagradaba de eso.

Sinceramente, me costó mucho dejar de pensar que la navidad era mala. Incluso, cuando pasaba frente a iglesias católicas y veía esas imágenes de «Jesús» me sentía mal al no hacerles alguna reverencia (aunque nunca fui católico). Y poco a poco aprendí con el estudio de la Biblia que todo eso eran cosas vanas y desagradables a Dios. Mi fe y conocimiento se fortaleció. Hubiera deseado que alguien, desde un principio de mi fe cristiana, me hubiese instruido acerca de esto que hoy te comparto, con bases históricas y reales. Mis maestros de discipulado (grupos familiares o células) de aquel entonces, sólo me decían que la navidad era algo malo, pero no me decían el porqué. Pero hoy sé que ellos tampoco tenían estas bases y datos científicos que en esta oportunidad te comparto. Por esta razón, si al leer todos estos artículos de la Navidad causan una revolución y confusión en tu mente, te comprendo. Yo también pasé por ese camino. Pero ahora yo conozco El Camino verdadero que se llama Jesucristo. Y este Camino es mucho mejor… el mejor y el único.

Viene a mi mente la historia del apóstol Pablo, el era fariseo de fariseos, es decir un maestro erudito de la Ley, instruido bajo la tutela del maestro más importante de aquella época, Gamaliel (Hch. 22:6). Sin embargo, Pablo dice posteriormente que él tenía como “basura” todo ese conocimiento aprendido, por amor al conocimiento de Jesucristo (Fil. 3:4-8):

Aunque yo tengo también de qué confiar en la carne. Si alguno piensa que tiene de qué confiar en la carne, yo más: circuncidado al octavo día, del linaje de Israel, de la tribu de Benjamín, hebreo de hebreos; en cuanto a la ley, fariseo; en cuanto a celo, perseguidor de la iglesia; en cuanto a la justicia que es en la ley, irreprensible. Pero cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo. Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo…”

Como lo ves, el gran apóstol Pablo también dejó muchas cosas, «tradiciones y costumbres» de los fariseos, por obtener el excelente conocimiento de Jesucristo.

En la palabra de Dios encontramos que Pablo se refiere a las «tradiciones» de la siguiente manera:

Mirad que nadie os engañe por medio de filosofías y huecas sutilezas, según las TRADICIONES de los hombres, conforme a los rudimentos del mundo, y no según Cristo”. (Colosenses 2:8 RV 1960).

Este pasaje precioso de la Palabra, nos dice que las «tradiciones» de los hombres son conforme a los rudimentos del mundo. Mi pastor y apóstol, nos enseñaba hace algún tiempo que, algunos investigadores han calculado el valor numérico de la palabra «Tradición» y es 666. Curioso el número, ¿verdad?

La palabra griega para «Tradición» que se usa en este pasaje es “Parádosis” (G3860) que significa: Transmisión de enseñanza, instrucción, doctrina, tradición.

Específicamente la Navidad es una de las “tradicionales” fiestas que se celebran en todo el mundo. Nuevamente , entresacando algunos datos de los investigadores Ralph Woodrow y Alexander Hislop, observemos algunas cosas muy interesantes respecto a la Navidad.


EL FESTIVAL DE INVIERNO (o NAVIDAD)

El 25 de diciembre, es el día designado en nuestros calendarios como el día del nacimiento de Cristo. ¿Pero es verdaderamente el día en que nació Cristo? ¿Son las costumbres de esta temporada de origen cristiano, o son las navidades el resultado de otra mezcla entre el paganismo y la cristiandad?

Fijándonos en la palabra en inglés Christmas (Navidad en inglés) que significa «Misa a Cristo», notamos que es una mezcla de dos palabras. Aunque incluye el nombre de Cristo, también menciona la misa. Es importante mencionar que la «misa» no tiene ninguna relación con el verdadero cristianismo. Pero eso y otros ritos católicos más, sí son una continuación de ritos paganos.



La palabra Navidad se halla en la Biblia (nati-vita = nacimiento que da vida) y como hemos de ver, ¡el 25 de diciembre no es la fecha en que Cristo nació! Es evidente que nuestro Salvador no nació durante el invierno, pues cuando El nació, La Biblia nos narra que los pastores velaban sus rebaños en el campo: «Y ha­bía pastores en la misma tierra que velaban y guar­daban las vigilias de la noche sobre su ganado» (Lu­cas 2:8) Como es conocido, los pastores en Palesti­na no hacen esto durante el invierno, pues el hielo, el frío y la nieve las mataría. Siempre traen sus rebaños de las montañas a los rediles antes del 15 de octubre.

Con esto está claro que Cristo no nació a mitad del invierno. ¿No dicen las Escrituras en qué época del año nació Cristo? ¡Sí! Veamos a continuación:

Su muerte ocurrió al final en la Pascua (Juan 18:39), lo cual era en la primavera. Así que tres años y medio antes del comienzo de su ministerio terrenal, marcan el principio de su ministerio en el otoño. Ahora bien, al comenzar Jesús su ministerio, tenía treinta años (Lucas 3:23). Esta era la edad acepta­ble para que un sacerdote pudiera empezar su mi­nisterio, según el Antiguo Testamento (Números 4:3). De manera que como Cristo comenzó su ministerio a la edad de 30 años y esto era en otoño, 30 años atrás marcaría su nacimiento en el otoño y no en el invierno.

Aunque las Escrituras no indican la fecha exacta del nacimiento de Jesús, hay medios para averiguar la fecha aproximada del nacimiento de Juan el Bau­tista y como Juan nació seis meses antes de Cristo, al comparar ambas fechas podemos darnos cuenta de la fecha aproximada en que nació Jesús. Zacarías, el padre de Juan, era sacerdote en el templo de Jeru­salén. En aquella época, cada sacerdote tenía un tiempo definido del año en que servía en el templo. Había 24 divisiones o turnos de servicio durante el año. Los nombres de estos turnos son dados en 1 Crónicas 24:7-19. De acuerdo a Josefo, cada uno de aquellos turnos duraban una semana; la prime­ra semana comenzaba en el primer mes, Nisan, al principio de la primavera (1a. Crónicas 27.1-2). Des­pués de seis meses, este orden de cursos era repeti­do para que cada sacerdote pudiera servir dos veces al año durante una semana. Entonces, tres semanas del año todos los sacerdotes servían juntamente du­rante el período de la Pascua, Pentecostés y la Fies­ta de los Tabernáculos.


Con estos datos como fundamento, notemos qué turno era el que Zacarías servía entonces: Hubo en los días de Herodes, rey de Judea, un sacerdote lla­mado Zacarías, de la suerte de abias (o Abijah en el hebreo) y aconteció que ejerciendo Zacarías el sacerdocio delante de Dios por el orden de su vez..., se le apareció el ángel del Señor”. El ángel le reveló que su esposa Elisabet, aunque entrada en edad, daría a luz a un hijo (Lucas 1:5-13). ¿En qué época del año ejercía Zacarías la Suerte de abaís? De acuerdo con 1 Crónicas 24:10, el curso de abias era el octavo en orden. Es decir, la fecha era entre Iyar 27 y Si­van 5; o sea, 1de Junio al 8 del mismo.

Después de su servicio semanal en el templo, Zacarías fue obligado a permanecer otra semana porque a la si­guiente era Pentecostés. Pero tan pronto como cum­plió su ministerio, regresó a su casa en los montes de Judea, aproximadamente a 30 millas al Sur de Jerusalén; y su esposa concibió (engendrada) (Lucas 1:23-24). Es decir, esto fue aproximadamente a mediados de junio; al aña­dir nueve meses a esto, llegamos a una fecha aproximada del nacimiento de Juan. De acuerdo a esto, Jesús nació al principio del otoño. Puesto que Jesús era seis meses menor que Juan (versículos 26 y 36), simplemente añadimos este tiempo a la época en que Juan nació y tenemos como resultado que Cristo nació a mediados de septiem­bre. Como podemos ver, nuestro Señor nació en el otoño, y no el 25 de diciembre que es INVIERNO.

Otra prueba de esta conclusión la tenemos en el hecho de que cuando Jesús nació, José y María ha­bían ido a Belén a empadronarse (Lucas 2:1-50). No hay registros que indiquen que este período fuese en invierno, ni motivo alguno para creer, como hemos leído muchas veces en comentarlos sobre Navidad, que el empadronamiento había causado la aglomera­ción de forasteros que no permitió a José y María encontrar lugar en el mesón. No hay ninguna razón para creer que fuesen tantos los judíos oriundos de Belén radicados en estas poblaciones, pues todos los judíos se hallaban adheridos a las tierras de sus an­tepasados. José tuvo que hacerlo por causa de la per­secución de Herodes contra el niño Jesús. ¿Qué cau­saría, pues, la aglomeración? Lo más probable es que fuera la fiesta anual de otoño a la que José y María solían concurrir como buenos judíos y aunque esta vez tenían razón para abstenerse, dado el estado de María, no pudieron hacerlo por coincidir con la nota real del empadronamiento “cada cual en la ciudad donde era nacido” (Lucas 2:1-21).

Jerusalén era, normalmente, una población de 120,000 habitantes, pero según Josefo, durante las fiestas algunas veces se reunían allí hasta dos millones de judíos. Con tan grandes multitudes de gente que venían a las fiestas, no solamente se llenaba Jerusalén, sino que también la aldea de Belén, situa­da a sólo 5 millas al sur. Esto era al final de la siem­bra. Todo esto y la evidencia dada anteriormente, indican que el nacimiento de Cristo fue en el Otoño y no el 25 de diciembre.

Si Cristo no nació en diciembre, ¿cómo llegó este día a ser parte del calendario de la Iglesia? La historia nos da la respuesta. !En vez de ser este día el nacimiento de nuestro Salvador, este era el día en que los paganos, durante muchos siglos, celebraron el nacimiento de su dios solar! Un estudio de esto demuestra cuánto se rebajaron los líderes de la Igle­sia apóstata en sus esfuerzos por unir el paganismo con el cristianismo hasta el punto de poner el naci­miento de Cristo en una fecha que armonizaba con la celebración pagana del nacimiento del dios sol. Fue en el siglo V que la Iglesia Católica Romana ordenó que el nacimiento de Cristo fuera observado el 25 de diciembre, el día de la antigua fiesta romana del solsticio de invierno.



En los días del paganismo esta fiesta del nacimien­to del dios sol era popular especialmente dentro de los «misterios» conocidos como MITRAISMO. Este fes­tival era llamado «La Natividad». Y no solamente Mitra, el dios sol del mitraismo, del cual se decía que había nacido en esta época del año, sino tam­bién de Osiris, Orus, Hércules, Baco, Adonis, Júpi­ter, Tammuz y otros dioses, puesto que eran todos precedentes de la misma leyenda de Tammuz con otros nombres. Todos ellos habían nacido en la mis­ma época invernal conocida hoy como «Navidad».

Dice un notable escritor: “La época invernal era cuando todos los dioses solares, desde Osiris hasta Júpiter y Mitra, celebraban su cumpleaños. Las ce­lebraciones consistían en árboles de pino para Adodis, Saturno y otros que representaban el calor del nuevo nacimiento del sol en forma de fuego...”

En Babilonia el cumpleaños de Tammuz era ce­lebrado en esta época del invierno con grandes fies­tas, celebraciones y borracheras, igual que se cele­bra hoy en día. La vieja celebración se dispersó y llegó a ser una costumbre tan arraigada en la «Roma y Grecia paganas en los días de los bárbaros teutó­nicos, como en las épocas remotas de la civilización egipcia y en todas partes este período era siempre celebrado con fiestas y regocijo».



Cuando este Festival del Invierno llegó a Roma, era conocido como La Saturnalia. Saturno no era más que otro nombre de Nimrod o Tammuz, como el «dios escondido» Esta fiesta era la más vil, inmoral y degenerada que tanto desprestigió a Roma. Era una época de libertinaje, y borrachera, cuando todas las restricciones de la ley eran puestas a un lado. Fue de esta misma fiesta romana de la que se tomó la celebración del nacimiento de Cristo y que pasó a la Iglesia Católica Romana hasta la presente civi­lización, “Es algo conocido -afirma un escritor- que la mayoría de nuestra relación con la tempora­da de Navidad y las fiestas, es el dar regalos y el sentimiento de amistad, lo cual no es más que una herencia del Festival de Invierno romano proceden­te de La Saturnatia, que proviene del paganismo.”



Tertuliano menciona la práctica de intercambiar regalos en esta temporada como parte de La Satur­nalia romana. Cuando este festival fue adoptado por la Iglesia Romana, también se adoptó esta costum­bre. De ese modo trataron de hallar alguna simili­tud entre el paganismo y la religión cristiana, los líderes de la Iglesia Romana. Se dijo que era en recuerdo de los dones que los reyes magos presen­taron a Jesús niño, el intercambiar regalos. Pero no es así. Los magos no intercambiaron regalos entre ellos, sino que dieron sus regalos a Jesús, el nacido Rey de los Judíos. (Era una costumbre oriental el presentar regalos al estar ante un Rey.) Pero estos regalos no eran regalos de nacimiento. Cuando los magos llegaron, fue mucho después del nacimiento de Jesús. Para esa época, Jesús ya vivía EN SU CASA (Mateo 2:9-11), y no en el establo. Obviamente, los regalos de los magos no eran regalos «navideños».

No tenemos espacio suficiente para tratar sobre todas las costumbres navideñas como Santa Claus, y el comercialismo que se opera en esta temporada, pero vemos que todo ello, carece de fundamento bíblico y claramente identifica nuestras costumbres de hoy con las de La Saturnalia de la Roma pagana.



Finalmente, para concluir con las costumbres de la temporada «navideña», mencionaremos al ÁRBOL DE NAVIDAD. Una fábula babilónica decía que Semíramis, la madre de Tammuz, afirmaba que durante una noche, un árbol verde se desarrolló de un tronco muerto. El tronco muerto supuestamente represen­taba a su esposo muerto, Nimrod, ¡y el árbol de pino llegó a ser el símbolo de que Nimrod había revivido en la persona de Tammuz.!

La idea se propagó y se desarrolló tanto que mu­chas naciones tienen sus propias leyendas de árbo­les sagrados. Entre los druidas, los egipcios, los ro­manos (los cuales adornaban sus árboles con cere­zas rojas durante La Saturnalia), los escandinavos y muchos más. Y al igual que otros ritos paganos, fueron absorbidos por el «cristianismo», Asimismo lo fue el uso del árbol de Navidad. El árbol de Navi­dad recapitula la idea del culto con sus bolas brillan­tes en símbolo del sol... y todas las festividades del invierno pagano han sido incorporadas al día de la Navidad.

En no menos de 10 referencias bíblicas, el árbol verde es asociado con idolatría y culto falso (Dt. 12:2, 1 Reyes 14:23, 2 Reyes 16:4, 17:10, Eze. 6:13, etc.) Isaías 57:4-5 dice: “¿De quién os habéis burlado? ¿Contra quién ensanchasteis la boca, y alargasteis la lengua? ¿No sois vosotros hijos rebeldes, generación mentirosa, que os enfervorizáis con los ídolos debajo de todo árbol frondoso, que sacrificáis los hijos en los valles, debajo de los peñascos?”. No cabe duda que Dios se enojaba mucho cuando su pueblo imitaba los ritos paganos de sus pueblos vecinos. Otras citas:

Jer 2:20 “Porque desde muy atrás rompiste tu yugo y tus ataduras, y dijiste: No serviré. Con todo eso, sobre todo collado alto y debajo de todo árbol frondoso te echabas como ramera.”

Jer 3:6 “Me dijo Jehová en días del rey Josías: ¿Has visto lo que ha hecho la rebelde Israel? Ella se va sobre todo monte alto y debajo de todo árbol frondoso, y allí fornica”.

Jer 3:13 “Reconoce, pues, tu maldad, porque contra Jehová tu Dios has prevaricado, y fornicaste con los extraños debajo de todo árbol frondoso, y no oíste mi voz, dice Jehová”.
Para esta palabra «árbol frondoso», en el Heb. Es «RAANÁN-ETS», que sig. Árbol verde, frondoso, fresco reverdecido, o también leño o ídolo verde.

Los pueblos paganos acostumbraban a ofrecer culto a su dios Tammuz teniendo relaciones sexuales bajo esos árboles donde hacían sus ritos, por esa razón estas citas hablan de fornicación y rameras. Una de las traducciones de árbol frondoso es también «árbol reverdecido» porque creían que ese árbol representaba la re-encarnación de Nimrod en su hijo Tammuz. Por esa razón, Dios condenaba a su pueblo cuando hacían tales abominaciones.



Naturalmente las gentes de la época de Jeremías, como lo indica el contenido de este pasaje, estaban realmente haciendo un ídolo del leño (o árbol). No queremos decir que en nuestros tiempos la gente pone el árbol de Navidad en sus hogares o iglesias para «adorar» a un árbol, sino lo hacen como una «tradición» que viene de generación en generación. Pero vemos que el uso del árbol de Navidad es claramente algo traído del paganismo en una forma modificada. Pero cualquiera que sea la diferencia en­tre el viejo uso del árbol y las costumbres del pre­sente, nadie puede negar que las costumbres son cosas de los hombres, y Dios dice: «Porque las costum­bres de los pueblos son vanidad», sin valor, vacías; no añaden poder al verdadero culto (Jer. 10:3). Comparemos la siguiente cita en algunas versiones bíblicas:

En 1 Sam. 15:23 Leemos: (Ver. Jerusalen) “Como pecado de hechicería es la rebeldía, crimen de terafim la contumacia…”

(Ver. RV60) “Porque como pecado de adivinación es la rebelión, y como ídolos e idolatría la obstinación…”

(Ver. LBA) “Porque la rebelión es como pecado de adivinación, y la desobediencia, como iniquidad e idolatría…”

(Ver. Torre A.)Porque el desobedecer al Señor, es como un pecado de magia, y como crimen de idolatría el no querer sujetársele…”

(Ver. BL95) “La rebelión es un pecado tan grave como la brujería; la desobediencia es un crimen tan grave como la idolatría…”

Esta cita nos muestra que la «idolatría» con se pone un arbolito, según la Biblia es lo mismo que iniquidad, insujeción, desobediencia. Y la rebeldía, es igual a practicar la adivinación o hechicería. ¿Cuántos hechiceros, adivinos e idólatras hay dentro de las iglesias del Señor? Cualquiera diría que ya no hay, pues ya recibieron a Jesús en su corazón; sin embargo los hay, cuando sabiendo que no tienen que hacer determinada acción… la hacen.

Las navidades fueron adoptadas por la Iglesia Romana durante el siglo V. En el siglo VI fueron enviados mi­sioneros al norte de Europa para atraer paganos bajo el yugo romano. Estos hallaron que el 24 de junio era una fecha muy popular entre estas gentes. Para poder atraerlos a la iglesia como era la costumbre después de la apostasía, los líderes de la Iglesia apóstata les permitieron que continuaran celebrando su fiesta pagana, sólo que tendrían que hallar al­gún acontecimiento cristiano con el cual asociarlo. Pero ¿qué evento podían asociar con el 24 de junio? Ya habían adoptado un día para conmemorar el na­cimiento de Cristo, el 25 de diciembre. De modo que este error llevó a otro error. Al darse cuenta de que el 24 de junio era aproximadamente seis meses antes del 25 de diciembre y como Juan el Bautista nació seis meses ante de Jesús, entonces, ¿por qué no es­tablecer el 24 de junio como el día del nacimiento de Juan el Bautista? Esto es lo que hicieron. ¡Hasta hoy el 24 de junio es conocido en el calendario papal como la natividad de San Juan Bautista! Pero obviamen­te esta idea fue basada en un fundamento falso por­que Juan no nació el 24 de junio; y el asociar ese nombre con ese día no fue más que otro intento por cubrir la fiesta pagana y dejarla continuar, pero aho­ra dentro de la «Iglesia».



En tiempos antiguos, este día era asignado al culto de Baal. En la Gran Bretaña, antes de la entrada del cris­tianismo, el 24 de junio fue celebrado por los druidas con llamas de fuego en honor a Baal (el dios sol, Nim­rod, en forma divina). Los escritos de notables historiadores como Herodoto, Wilkinson, Layard y otros, hablan de estos fuegos ceremoniales en diferentes países. Cuando el 24 de junio fue adoptado en la Igle­sia y cambiaron su nombre al día de san Juan, tam­bién se adoptaron los fuegos y se llamaron «los fue­gos de san Juan».Se ha visto gentes correr y saltar a través de los fuegos de san Juan en Irlanda, (dice un escritor del siglo pasado) orgullosos pasando a través del fuego, pensando de ellos mismos como si fueran bendecidos de una forma especial durante la ceremonia Al leer estos ritos nos acordamos de prácticas similares en las cuales cayeron los hijos de Israel cuando éstos «pasaron por el fuego de Moloch» a sus hijos (Jeremías 32:31 y Ezequiel 20:31). Obviamente nin­guna de estas prácticas tenía conexión alguna con Juan el Bautista.

Además de la ceremonia de fuego que se observa­ba el 24 de junio, este día también era conocido en­tre las tribus paganas como el Festival del Agua. ¿Acaso no había sido Juan el Bautista conocido es­pecialmente como el que bautizaba con agua? Así que esta pequeña semejanza ayudó a disfrazar la conti­nuación del día pagano con su nuevo nombre.

Hemos estudiado anteriormente cómo el culto de la diosa madre fue mezclado en la cristiandad. Los paganos habían orado y venerado durante siglos a la diosa madre del paganismo! Para poder atraer a es­tos paganos, la iglesia apóstata adoptó y continuó los viejos ritos y cultos que habían sido usados para la madre pagana, sólo que se les ordenó usar el nom­bre de María, la madre de Jesús, en lugar de Diana, Isis, Astarté, Artemis, etc. Y así como otras ideas que habían sido asociadas con el culto a la diosa madre fueron mezcladas con la Iglesia en su deseo por unir el cristianismo con el paganismo, el día 15 de agosto, día del festival de Isis o Artemis, fue simplemen­te cambiado el nombre a Día de la Asunción de la Virgen Maria, el cual es celebrado hasta nuestros días.



Como dijo un escritor sobre la fiesta de la Asun­ción de la Virgen, «es celebrada el 15 de agosto, pero esa era la fecha del gran festival de Diana, con la cual Isis es identificada y uno puede darse cuenta cómo María gradualmente tomó el lugar de una diosa». Evidentemente la Iglesia apóstata dio poca im­portancia a las verdaderas épocas en que los eventos sucedieron. Ellos declararon todas sus fiestas y cele­braciones de acuerdo con la popularidad de estas fechas entre los paganos.

Otro día, supuestamente establecido en honor de María, es el llamado Día de la Purificación de la Vir­gen María, que se celebra el 2 de febrero. En este día los sacerdotes católicos bendicen las velas, las cuales se distribuyen al pueblo durante la misa. En este día, todas las velas que han de ser usadas en todo el año para los ritos católicos, son bendecidas.

¿Cómo llegó a ser el 2 de febrero designado como este día especial? Fue instituido por la iglesia para reemplazar un día pagano. ¡Y no sólo adoptó la Igle­sia este día, sino que hizo lo propio también con las costumbres! En los días de la Roma pagana, este festival se observaba llevando antorchas y velas en honor de Februa, nombre del cual se deriva el mes de «febrero». Los griegos celebraban la fiesta en honor de Ceres, la madre de Prosperpina, !la cual, en este mismo día, buscaba a su hija en el centro de la tierra con antorchas y velas según cuenta la leyen­da! Entre los egipcios este día también era celebra­do en honor de la Diosa Neith, ¡el mismo día conoci­do como el Día de la Candelaria en la iglesia Católica Romana! De tal manera que la celebración de este día dedicado a la diosa madre y el uso de las cande­las, son todas creencias que sin lugar a dudas, fueron adoptadas por los apóstatas, del paganismo.

Todos estos días y fechas que hemos mencionado, al igual que otros más, los cuales el espacio no nos permite explicar, fueron adoptados en el calendario de la Iglesia Romana paganizada. Los días, meses, tiempos y años que guardaban eran aquellos que habían sido dedicados a los dioses paganos. Sin embargo, fueron estos mismos días los que la Iglesia apóstata incorporó en su culto disfrazándolos con nombres de resonancia cristiana y así se continúan observando hasta el presente.

Con lo visto anteriormente, cabe preguntar: ¿Seguirás practicando la Navidad? Es decisión tuya. Yo sólo te presento los hechos y los datos; pero tú decides. Con toda razón el apóstol Pablo nos dice en Efe. 5:27 (RV60) “a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese MANCHA NI ARRUGA ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha”. Es decir que, Jesucristo viene por una iglesia: Sin MANCHA, significa sin pecado, sin contaminación; y sin ARRUGA: sin actitudes de una iglesia vieja, carnal, sin «TRADICIONES».

Y luego, en los versos 5 al 8: “Porque sabéis esto, que ningún fornicario, o inmundo, o avaro, que es idólatra, tiene herencia en el reino de Cristo y de Dios. Nadie os engañe con palabras vanas, porque por estas cosas viene la ira de Dios sobre los hijos de desobediencia. No seáis, pues, partícipes con ellos. Porque en otro tiempo erais tinieblas, mas ahora sois luz en el Señor; andad como hijos de luz”.

Esa es la invitación que yo te hago, andemos como hijos de luz. Espero en Dios que este tema acerca de la Navidad, te ayude a reflexionar y a volver tu mirada al único Dios y Salvador Jesucristo, al único que es el Camino, la Verdad y la VIDA.

Que mi Señor Jesús te bendiga y te guarde… Hasta la próxima…