domingo, 12 de diciembre de 2010

LA NAVIDAD, es cristiana o pagana.

LA NAVIDAD
ES FIESTA CRISTIANA O PAGANA
(Parte I)

Por Wally Santos.


La mayor parte del mundo está por celebrar una de las fiestas más “alegres” y “vistosas” del año. Los almacenes y tiendas se adornan con bellas luces de colores, los “arbolitos de navidad” son comunes en todos lados (inclusive en muchas iglesias cristianas) y los regalos se comienzan a comprar tempranamente para no dejar nada a última hora.

Mucho se ha dicho acerca de la fiesta de Natividad o Navidad. Al consultar cualquier diccionario o enciclopedia, notamos que simplemente la definen como “la celebración del nacimiento de Jesús”. Pero nada está más lejos que esta definición. Millones de personas alrededor del mundo celebran esta fiesta el 24 y 25 de Diciembre de cada año, y lamentablemente nunca reflexionan sobre lo que realmente significa la Navidad.

Seguramente, las líneas que usted leerá a continuación, le darán una versión muy diferente al significado de la Navidad que usted podría estar celebrando. Reflexionemos acerca de varias preguntas, realmente ¿La navidad es la celebración del nacimiento de Jesús o de alguien más? ¿El origen de la Navidad es bíblico? ¿Será posible que esta celebración no es a Jesús que se le celebra sino más bien es una fiesta pagana?

¡¡Asústese!!... la navidad no es bíblica. Continúe leyendo estas líneas y al final, estoy seguro, que usted se preguntará si desea celebrarla nuevamente.

Algunos investigadores cristianos han realizado fabulosos descubrimientos sobre la Navidad, al revisar las páginas de la Historia secular y la Historia Bíblica. Dos de ellos, Ralph Woodrow y Alexander Hislop han escrito libros al respecto y en este artículo quiero resaltar algunos datos que a usted le podrían interesar.


BABILONIA: CUNA DE FALSAS RELIGIONES



Al revisar la Historia, escritos y leyendas de un remoto pasado, notamos que la misteriosa religión de Babilonia ha sido simbólicamente ­ descrita en el último libro de la Biblia como una mujer de mala fama. A través de una visión, el apóstol Juan vio a una mujer vestida de púr­pura y escarlata, adornada con oro y piedras preciosas y de perlas; la Palabra de Dios dice que ella tenía un cáliz de oro en sus manos, lleno de abominaciones y de la suciedad de su fornicación; en su frente tenía un nombre escrito.


"Un Misterio, Babilonia la Grande, la madre de las for­nicaciones y de las abominaciones de la tierra" (Apocalipsis 17:1-5).

¿Cuál es el significado de esta extraña visión que fue dada al apóstol Juan? Es conocido muy bien que en el lenguaje simbólico de la Biblia, una mujer repre­senta a una iglesia. La verdadera Iglesia, por ejem­plo, es semejante a una esposa, una virgen casta, una mujer santa y sin mancha (Ef. 5:27 y Apoc. 19:7-8). Pero como un acentuado contraste con la verdadera iglesia, la mujer de nuestro texto es descrita como una mujer sucia y corrompida o, usando mejor el lenguaje de la Biblia, diremos que es ra­mera. Es evidente que el sistema religioso aquí des­crito, es un sistema falso, una iglesia corrompida y caída. En letras mayúsculas, la Biblia la llama «el Misterio de Babilonia la Grande».

Cuando Juan fue inspirado a escribir la revela­ción. Babilonia, como ciudad, había sido destruid­a y dejada en ruinas. Desde entonces ha continuado estando perdida y desolada, habitada solamen­te por animales salvajes; tal como lo anunciaron los profetas (Isa. 13:19-22 y Jer. 51:62). Pero aunque la ciudad de Babilonia fue destruida, hemos de ver que la religión de Babilonia continúa y está muy bien representada en muchas naciones de este mundo. Y, como Juan hablaba de una iglesia, una religión, bajo el símbolo de una mujer llamada Babilonia, es evidente que se refiere a una religión babilónica. ¿Pero cuál era esta antigua religión babilónica? ¿Cómo tuvo su comienzo? ¿Qué significado tiene en es­tos tiempos?

Volvamos las páginas del tiempo al pa­sado, poco después del Diluvio. En aquellos días el hombre comenzó a emigrar desde el oriente. «Y aconteció que al ir viajando al oriente, hallaron una llanura en la tierra de Sinar y se quedaron a morar allí (Gén. 11:2).

Fue en esta tierra de Shinar que la ciudad de Babilonia fue construida, y esta tierra se llegó a conocer más tarde como Babilonia y aún más ade­lante como Mesopotamia.

Aquí los ríos Tigris y Éufrates habían almacena­do ricos depósitos de tierra que podían producir grano en abundancia. Sin embargo, existían ciertas desventajas, las cuales tenían que afrontar las gen­tes que habitaban esa tierra. Esta estaba sobrepoblada de animales salvajes, los cuales eran un peligro constante para su seguridad y paz (Ex. 23:29-30). Obviamente, cualquier persona que pudiese proporcionarles protección contra estas bestias salva­jes, recibiría gran clamor de parte de su gente.

Y así en este punto, un hombre grande y pode­roso, cuyo nombre era Nimrod. apareció en escena. Se hizo famoso como un gran cazador de bestias sal­vajes. La Biblia nos dice: «Y Cush engendró a Nim­rod: éste comenzó a ser poderoso en la tierra, Fue un vigorozo cazador delante de Jehová: por lo cual se dice: Así como Nimrod, vigoroso cazador delante de Jehová» (Gén. 10:8-9).

Estos versos contienen un significado muy importante, el cual es raramente notado: Es el hecho de que Nimrod fue un «poderoso cazador», lo cual le hizo famoso dentro de aquellas gentes primitivas. Como lo declaran las Es­crituras, se volvió poderoso en la tierra, era un líder famoso en los sucesos del mundo. «Nimrod era tan poderoso y era tan grande la impresión que causó en la mente de los hombres, que el oriente está lleno actualmente de tradiciones de sus extraor­dinarias proezas.»



Habiendo obtenido gran prestigio entre las gen­tes, Nimrod estableció un sistema para obtener mejor protección. En vez de pelearse constantemente con las bestias salvajes, ¿por qué no organizar a la gente en ciudades y rodear éstas de murallas para resguardarse?

Entonces, ¿por qué no organizar estas ciudades en un reino y escoger un rey para que reine sobre ellos? Evidentemente, este era el pen­samiento de Nimrod, ¡porque la Biblia nos dice que organizó dicho reino! «Y fue la cabecera de su reino Babel y Erech y Accad y Calneh, en la tierra de Sinar» (Gén. 10:10). Y así el reino de Nimrod fue establecido como el primer reino mencionado en la Biblia.

Todos estos adelantos hechos por Nimrod pudie­ron haber sido buenos, pero Nimrod fue un «reinan­te no temeroso de Dios». La Escritura dice que era «poderoso». No solamente indica que se hizo famo­so y poderoso políticamente, sino que la expresión también tiene un significado hostil. Esta expresión viene del hebreo Gibor (Gibborin), que significa «tirano, poderoso, guerrero, fuerte, gigante» y otros más, mien­tras que el nombre Nimrod significa «rebelde o rebeldía» Como lo dice el Dicc. Strongs. Nimrod fue aquél tirano quien hizo a las gentes rebelarse «en contra de Dios».

Y Cus engendró a Nimrod, quien llegó a ser el primer poderoso en la tierra. Este fue vigoroso cazador delante de Jehová; por lo cual se dice: Así como Nimrod, vigoroso cazador delante de Jehová.” (Gen. 10:8-9).

Pero si empleamos la terminología que la Biblia hebrea indica leeríamos:

Y Cus engendró a Nimrod (al Rebelde), quien llegó a ser un Gibbor (Tirano, en este caso) en la tierra. Este fue un Gibbor (Tirano) cazador en contra de Jehová; por lo cual se dice: Así como Nimrod (Rebelde), Gibbor (Tirano) cazador en contra de Jehová.

Luego del Diluvio, fue el primer ser hostil hacia Dios, que construyó un imperio basado en la maldad y dispuesto a hacer todo lo contrario a la voluntad de Dios. Pero no solamente estaba Nimrod contra el ver­dadero Dios, sino que también era un sacerdote de idolatría diabólica y de atrocidades de la peor clase, tal como hemos de verlo. Finalmente, Nimrod, el rey-sacerdote de Babilonia, murió.

De acuerdo a las leyendas, su cuerpo fue cortado en pedazos y que­mado y los pedazos fueron enviados a varias áreas. Prácticas similares se mencionan en la Biblia (Jue. 19:29 y 1 Sam. 11:7). El historiador Herodoto indica que, la muerte de Nimrod fue muy lamentada por la gente de Babilonia. Pero aun cuando Nimrod había muerto, la religión babilónica, en la cual él tuvo una parte tan prominente, continuó y se desarrolló aún más, bajo el liderazgo de su esposa Semiramis.


Después de la muerte de Nimrod, su esposa, la reina Semirarnis, lo proclamó como el dios-Solar. Más tarde, cuando esta mujer adúltera e idólatra dio a luz a un hijo ilegítimo, proclamó que su hijo, Tammuz de nombre, no era más que el mismo Nimrod renacido. Ahora, la «reina-madre» de Tammuz, sin duda que había escuchado la profecía de la venida del Mesías, que nacería de una mujer, pues esta verdad era muy conocida desde el principio (Gén. 3:15). Satanás ha­bía engañado primero a una mujer, Eva; pero más tarde, a través de una mujer habría de venir el Salvador, nuestro Señor Jesucris­to. Satanás, el gran falsificador, sabía también mu­cho del plan divino. Fue así que comenzó a suplan­tar falsedades acerca del verdadero plan, siglos an­tes de la venida de Jesús.

La reina Semiramis, quien continuó y elevó aún más los niveles de maldad y pecado de su esposo, como un instrumento en manos de Satanás, reclamaba que su hijo fue conce­bido de una forma sobrenatural y que él era la se­milla prometida, el «salvador del mundo». Pero no solamente era el pequeño adorado, sino que también la mujer, la madre, lo era también igual (o más) que el hijo. Como podremos ver en las líneas si­guientes, Nimrod, Semiramis y Tammuz fueron usados por Satanás para producir una falsa religión que a veces parece ser como la verdadera, y su sistema corrompido se esparció y llenó al mundo.

La mayoría de la idolatría babilónica era aca­rreada a través de simbolos, por eso era una reli­gión misterio. El becerro de oro, por ejemplo, era un símbolo de Tammuz, hijo del dios-Solar. Como se consideraba que Nimrod era el dios-Solar o Baal (deidad fenicia que significa señor o maestro), el fuego era considerado como su representante en la tierra. Se encendían candelabros y fuegos ritualistas en su honor. También se simbolizaba a Nimrod por medio de SÍMBOLOS SOLARES, peces, ÁRBOLES, columnas y ani­males.

Siglos más tarde, Pablo dio una descripción que detalla perfectamente el camino que la gente de Babilonia siguió: «Porque habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios ni dieron gracias; si­no que se hicieron tontos en sus razonamientos y su necio corazón fue entenebrecido. Diciéndose ser sabios, se hicieron necios y tomaron la gloria de Dios incorruptible, en algo semejante a la imagen del hombre corruptible y de aves y de animales cua­drúpedos y de serpientes..., los cuales cambiaron la verdad de Dios por la mentira, honrando y sirvien­do a la creación en vez de al Creador, el cual es bendito por los siglos. Amén... Por esto Dios los entregó a afectos vergonzosos» (Rom. 1:21-26).


Este sistema de idolatría se esparció de Babilonia a las naciones, pues fue de este sitio de donde fueron los hombres dispersados sobre la faz de la tierra (Gén. 11:9). Como salían de Babilonia, lleva­ban consigo su idolatría babilónica y sus símbolos misteriosos. Por lo cual, hasta hoy en día encontra­mos evidencias de esta religión de Babilonia, ya sea de una o de otra forma, ¡en «todas» las religiones falsas de la tierra! 

En verdad, Babilonia fue la madre (la precursora) de las falsas religiones e idolatrías que se desparramaron por toda la tierra. Como lo declaran las Escrituras, «porque todas las naciones han bebido del vino de su fornicación» (Jer. 51:7 y Apoc. 18:13).

Además de la prueba escrita de que Babilonia fue la madre, el nido de religiones paganas, también tenemos el testimonio de conocidos historiadores; por ejemplo, Herodoto, el viajero mundial e histo­riador de la antigüedad. El presenció la religión-misterio y sus ritos en numerosos países y menciona cómo Babilonia fue el nido original del cual todo sistema de idolatría proviene.

Bunsen dice que el sistema religioso de Egipto fue derivado de Asia y «del Imperio primitivo de Babel». En su conocido trabajo titulado Nínive y sus ruinas, Layard declara que tenemos el testimonio unido de historia profana y sagrada, que la idola­tría originó en el área de Babilonia el más antiguo de los sistemas religioso.

Cuando Roma se convirtió en un imperio mundial es un hecho conocido que ella asimiló dentro de su sistema a dioses y religiones de todos los países paganos sobre los cuales reinaba. Como Babilonia era el origen del paganismo de estos países, pode­mos ver cómo la nueva religión de la Roma pagana no era más que la idolatría babilónica que se desa­rrolló de varias formas y bajo diferentes nombres en las naciones a las que fue.

Teniendo todo en cuenta, notamos que fue du­rante el tiempo del dominio de Roma que el verdadero Salvador, Cristo Jesús, nació, vivió entre los hombres, murió y resucitó de entre los muertos. En­tonces ascendió al cielo, envió al Espíritu Santo y la Iglesia del Nuevo Testamento fue establecida en la tierra. ¡Y qué gloriosos días fueron esos! Basta solamente con leer el libro de los Hechos para ver cuánto bendijo Dios a sus gentes en esos días. Multitudes se añadían a la Iglesia, la verdadera Iglesia. Grandes hechos y maravillas se hacían como confir­mación de Dios a su Palabra. La verdadera cristian­dad estaba ungida por el Espíritu Santo, y barría a la idolatría como el fuego en la pradera. Rodeaba las montañas y cruzaba los mares. Hizo que temblaran y temieran los tiranos y reyes. ¡Se decía de aquellos cristianos que habían volteado al mundo de arriba para abajo!. Así era su mensaje y su espíritu, lleno de poder.


No habían pasado muchos años cuando comen­zaron a proclamarse algunos hombres como «seño­res» sobre el pueblo de Dios, tomando el sitio del Espíritu Santo; en vez de conquistar por medios es­pirituales y verdaderos (como lo habían hecho en los primeros días), éstos empezaron a sustituir la verdad e implantar sus propias ideas y métodos. Se comenzaron a hacer intentos por unir el paga­nismo con la cristiandad, inclusive en los días cuan­do el Nuevo Testamento era escrito, porque Pablo menciona que «..el misterio de iniquidad ya está obrando» (2 Tes. 2:7). Él nos previene que ha de venir una «apostasía» y que muchos «apostatarán de la fe, escuchando a espíritus de error y a doc­trinas de demonios» (2 Tim. 4:1). ¡Estas son las doctrinas falsas de los paganos! Para el tiempo en que Judas escribió el libro que lleva su nombre, le fue necesario amonestar al pueblo a que «luchen tenazmente por la fe que ha sido una vez dada a los santos», porque algunos hombres se habían metido disimuladamente y estaban tratando de cambiar la verdad que había sido dada por Cristo y los após­toles, por falsedades (Jud. 1:34).

El cristianismo se encontró frente a frente con el paganismo de Babilonia establecido en diversas formas en el Imperio romano. Aquellos cristianos rehusaron tener algo que ver con esas costumbres y creencias. Como resultado de esto, sufrieron mu­chas persecuciones. Demasiados cristianos fueron acusados falsamente, arrojados a los leones, quema­dos en estacas y torturados en muchas otras formas. Pero después comenzaron grandes cambios a suceder, El emperador de Roma profesó haberse con­vertido. Se dieron órdenes imperiales por toda Ro­ma para que las persecuciones cesaran. Se dieron grandes honores a los obispos. La «Iglesia» comenzó a recibir aceptación y poder. ¡Pero se tenía que pa­gar un alto precio por todo esto.

Muchos paganos se habían infiltrado en la «iglesia» y se hicieron muchas concesiones al paganismo. En vez de que se separara la «Iglesia» del mundo, ésta se hizo parte de él. El emperador, mostrando favoritismo, demandó un sitio de preeminencia en la iglesia, puesto que en el paganismo los empera­dores eran considerados como dioses. De ahí en ade­lante, comenzaron a surgir mezclas de paganismo con cristiandad, como lo saben todos los historiadores.

Tan alarmante como pueda parecer, el mismo pa­ganismo que se originó en Babilonia y se había ya esparcido por las naciones, fue simplemente mez­clado con el cristianismo (especialmente en Roma). Esta mezcla produjo lo que hoy en día se conoce como la Iglesia Católica Romana, como han de probar los artículos siguientes.

No es nuestra intención tratar de ridiculizar a nadie con cuyas creencias no estamos de acuerdo. Al contrario, es nuestro deseo sincero que este artículo sea un llamado a toda persona que tiene una fe genuina, no importa su afiliación religiosa, para que abandonen las doctrinas babilónicas y sus conceptos, ¡y regresen a la Biblia y a la fe que una vez fue dada a los santos!


Te invito a leer la Parte II de este interesante tema...