martes, 6 de abril de 2010

DESIERTO O CANAAN

DESIERTO O CANAÁN
(Parte I)

Por Wally Santos




Una de las historias que más me gustan en lo particular es esta. Cuando Dios saca de la esclavitud a su pueblo para llevarlos a la Tierra Prometida, Canaán, la tierra donde fluía leche y miel (Nm. 13:27). Seguramente hemos escuchado cientos de mensajes acerca de esta historia bíblica, pero hoy quiero mostrarles unos datos bien interesantes que están allí (escondidos) en el relato de esta historia.

En 1a Corintios 10:11 nos dice el apóstol Pablo que (Ver. RV95): Todas estas cosas les acontecieron como ejemplo, y están escritas para amonestarnos a nosotros, que vivimos en estos tiempos finales.” Dicho de otra manera, en todo el Antiguo Testamento quedaron impresas historias que ahora son ejemplo para nosotros, los que vivimos el final de los tiempos.

Después que Dios saca a su pueblo de Egipto (el mundo de pecado) y lo hace pasar a través del Mar Rojo (ejemplo de nuestra salvación), ahora Moisés recibe instrucciones de Dios (Nm. 13:1-2) para que escoja a un príncipe de cada tribu y los envíe a “explorar” la Tierra que Dios les dará. Sin embargo, algunas preguntas surgen al leer estos relatos… ¿Porqué Dios no les dijo todo lo que encontrarían en el camino? ¿Por qué Dios no destruyó personalmente a los enemigos de su pueblo y luego darles la Tierra de Canaán, así como destruyó a los egipcios?

Si comparamos estos dos eventos, la salida de Egipto y la toma de Canaán, observamos que en el primero, Dios HACE TODO. Le dice a Moisés que Él enviará las plagas a Egipto si faraón no liberta a los israelitas, luego Dios le dice a Moisés que levante su vara para que el Mar Rojo se abra, y los israelitas pasan al otro lado. Mientras que en las fronteras de Canaán, Dios le dice a Moisés que envíe a 12 hombres a “explorar o espiar” la tierra de Canaán. En Egipto, Dios pelea por su pueblo y personalmente Él mata a los egipcios ahogándolos en el Mar Rojo. Ahora, los israelitas deben explorar la tierra y luego pelear ellos mismos contra esos enemigos para tomar Canaán. Egipto, según el diccionario de Hitchtcock, significa "opresión, angustia y miedo", y de allí nos sacó el Señor para llevarnos a la Tierra Prometida.

Esta historia que Dios nos deja como ejemplo para nosotros es maravillosa. La salida de Egipto representa nuestra salvación, Dios lo hizo todo a través de Jesucristo. Faraón es tipo de Satanás quien no nos quería soltar del mundo, pero Dios nos sacó de nuestro Egipto (mundo pecador espiritual), nos hizo pasar el Mar Rojo (la sangre de Jesús) y ahora ya somos salvos, estamos del otro lado del Mar Rojo. Pero luego, se debe caminar por el desierto y llegar a la frontera de Canaán. Podríamos decir que el desierto es figura del sufrimiento que tenemos por dejar las cosas del mundo, pero la presencia de Dios va con nosotros para ayudarnos, así como los israelitas tenían la nube que los cubría del sol abrasante y la columna de fuego que los guiaba por la noche en medio del desierto.

Ahora están frente a Canaán y Dios les dice que ellos deben tomar esas tierras y pelear contra sus enemigos, los gigantes que habitaban esa región. De nuevo la pregunta, ¿Porqué Dios no destruyó personalmente a esos gigantes, como lo hizo con los egipcios?

Porque Canaán la debemos pelear nosotros. LA SALVACIÓN ES GRATIS para nosotros, pues Jesucristo nos la dio con su sacrificio, no tenemos que pagar nada por ella porque ya hubo alguien que la pagó por nosotros, Jesús. Pero Canaán, la tierra que fluye leche y miel, es decir, la vida de abundancia en el espíritu, NO ES GRATIS. Hay un precio que pagar y ese precio es nuestra consagración y rendición de nuestra alma.

Regresando al texto bíblico inicial (Num. Cap. 13), encontramos algunas cosas muy interesantes. Canaán, del hebreo “Kena´an” significa “Tierra baja”. Y esto nos muestra que, para entrar a Canaán, debemos ser sencillos y humildes de corazón. Jesús lo dijo: “Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas. El Salmo 147:6 “Jehová exalta a los humildes, Y humilla a los impíos hasta la tierra.” Salmo 24:3-5 “¿Quién subirá al monte de Jehová? ¿Y quién estará en su lugar santo? El limpio de manos y puro de corazón; El que no ha elevado su alma a cosas vanas, Ni jurado con engaño. El recibirá bendición de Jehová, Y justicia del Dios de salvación.”

Si Ud. nota, algunas de las condiciones para entrar a la vida abundante del espíritu, es que debemos tener mansedumbre y humildad, ser limpio de manos (obras justas) y puro de corazón (santidad y consagración), el que no ha elevado su alma a cosas vanas (altivez, lo contrario a la humildad, amor al dinero y las cosas materiales, cosas que no nos edifican, y todo lo que nos aleja de Dios), ni jurado con engaño. Tener esta actitud CUESTA MUCHO. Pero si lo hacemos, podremos estar en el santo monte de Dios, contemplando su gloria y viendo la vida sobrenatural de Dios y recibiendo bendición.



Pero en Canaán hay enemigos que quieren impedirnos que la tomemos. Canaán es tierra donde fluía leche y miel, y eso tiene un gran significado en la Biblia. Casi siempre, estas dos cosas se refieren a alimentos muy preciados y nutritivos, tipo de la sana doctrina y la Palabra profunda de Dios. Pedro le dice a sus discípulos (1 P. 2:2 - RV60): desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación. Y la Ver. Américas dice:desead como niños recién nacidos, la leche pura de la palabra, para que por ella crezcáis para salvación”. Luego, en el Salmo 119:103 RV60 dice: “¡Cuán dulces son a mi paladar tus palabras! Más que la miel a mi boca.” Salmo 19:7-10 La ley de Jehová es perfecta, que convierte el alma…. Deseables son más que el oro, y más que mucho oro afinado; Y dulces más que miel, y que la que destila del panal.” Y Pr. 16:20,24 RV60: “El entendido en la palabra hallará el bien; el que confía en Jehová es bienaventurado…. Panal de miel son los dichos suaves; Suavidad al alma y medicina para los huesos.”


Así estas citas bíblicas, nos muestran que la leche es la palabra de Dios que ayuda al recién convertido a crecer y la miel es la palabra del Señor que nos ayuda a ser maduros y fuertes. De hecho, David le da varios alimentos (miel entre ellos) a su cansado ejército, para recobrar las fuerzas del guerrero que ha estado peleando la buena batalla (2 Sam. 2:28-29).

Una situación muy interesante que se desprende de esto, es que, muchas congregaciones desprecian la Palabra profunda que el Señor nos quiere enseñar.  Piensan que estudiar profundidades de la Palabra no es bueno, pero no saben que es todo lo contrario, es una gran bendición.  Dios, en Canaán, quiere darle "leche" (doctrina básica) a los niños en la fe, pero también "miel" (palabra profunda) para edificar a los maduros o quienes desean llegar a ser Maduros en la fe.  Recordemos que los cinco ministerios (Efe. 4:11-13) fueron dejados para llevarnos a esa madurez.  Y además, el Señor viene a traer (en el arrebatamiento) a una iglesia MADURA para casarse, y no por una niña inmadura (que sólo se alimentó con leche).  Así que, una de las condiciones para irse en el arrebatamiento de la iglesia-novia, es estar maduros.  Quien desprecia la Palabra profunda del Señor (la Miel), está reservando su boleto para NO irse  a las bodas del Cordero, y pasar a la fase de purificación en la Tribulación, en donde tendrá que entregar su vida "física" por causa del Señor (Apoc. 7:9,13-14, 20:4).

Nuestros enemigos no quieren que lleguemos a Canaán, pero dependerá de nosotros si aceptamos el reto que Dios nos pone por delante. Tenemos dos opciones, o tomamos Canaán o nos regresamos al desierto. Ya somos salvos, pues ya pasamos el Mar Rojo, pero si somos valientes, obtendremos Canaán, viviendo una vida espiritual de guerra, pero con la vida sobrenatural de Dios. O prefieres regresar al Desierto, viviendo un evangelio tradicional, un evangelio sin compromisos con Dios, como dice mi pastor y apóstol… un evangelio “Light”… un evangelio de la mano con el mundo, un evangelio teórico y sin nada de experiencias con el Espíritu de Dios.

Dios es real, y quiere manifestarse a su pueblo. El mismo Dios de Abraham, de Isaac, de Jacob, de Moisés, de Josué, de David, de Pablo y de Pedro, es el Dios que tenemos hoy. Él no ha cambiado. Generación va y generación viene, pero nuestro Dios es el mismo de ayer, hoy y siempre.

En este artículo hablamos del significado de Canaán y de donde nos sacó Dios, en el siguiente artículo explicaremos sobre, quiénes nos estorban para tomarla.

Dios les continúe bendiciendo... y hasta la próxima.

Desierto o Cannán (2da. Parte)